La avistada de la ballena o cabo Cebollero de Sonabia, desde uno de los Ojos del Diablo, no tiene precio
Espectaculares vistas, a las que, además, ayudó el soleado día
Fue este sábado (24/10/2020) cuando nos asomamos al mar cantábrico, ese mar bravo de los nabarros, junto a las estribaciones que asoman, rodeando, a la pequeña localidad de Oriñón y a su hermana pequeña Sonabia, ambas del municipio de Castro Urdiales, colindante con la actual Bizkaia.
A las 08:00 partió de Vitoria-Gasteiz parte de la pequeña expedición que, a su paso por el pueblo de Izarra, capital de Urkabustaitz, recogió al montañero allí residente y luego, al paso por Amurrio, en la Tierra de Ayala, hacer lo propio con el MdB para, ya completada la misma, llegar todos juntos a Oriñón. Más en concreto al coqueto pueblo de Sonabia, distante 1,5 km del anterior.
Después de salir y dejar atrás el castañar, el pequeño pueblo de Sonabia queda a nuestros pies y de avanzadilla la ballena, adentrándose en el mar Cantábrico
Aquí pues, a 55 metros sobre el nivel del mar, comienza la exploración de los montes que lo cercan, rodean y escoltan. La idea pergeñada para hoy es alcanzar, hollándolos, los tres montes reseñables del lugar: Pico de Laya, Candina, punto de referencia de la zona, y Solpico.
Todo ello sin perder de vista y sin dejar de ver y acercarnos a los Ojos del Diablo, característica formación geológica que nos dirige los ojos al abismo del inmenso mar nabarro donde junto a la corteza terrestre, permanece varada la legendaria ballena, tan sólo unida por la cola, a modo de istmo, con la costa peninsular ibérica. Situación ésta que, al finalizar nuestra expedición, hará de reclamo para acercarnos a visitarla.
Pero, ¡obras son amores!, por lo que lo primero es comenzar y dejar que nuestros pies convenientemente calzados echen a andar.
Desde Pico Laya de 394 m, se divisa el pueblo de Oriñón, su playa y la desembocadura del río Agüera
El MdB en dicha cima, junto al oxidado y, a la vez, deteriorado buzón con forma de vagoneta minera
Poco antes de las 10:00, lo hacemos al inicio de la entrada al pueblo de Sonabia, por camino asfaltado que da acceso a unos chalés de alquiler turístico. Y enseguida traspasamos una barrera alambrada que nos introduce en un pequeño bosque de castaños, el cual atravesamos en dirección ascendente por sendero bien marcado para salir arriba, a terreno despejado por el que continuamos ascendentemente hasta llegar al cortado de la estribación montañosa.
Más mendizales en dicha cima, junto al representativo buzón con la réplica en miniatura de la vagoneta utilizada para el transporte de los minerales que se extraían de las entrañas de estos montes
Dicha vagoneta con el pueblo de Islares, abajo, de frente y un extremo de la playa de Oriñón
Qué decir, que la vista atrás en el ascenso deja ver la inmensidad que se va abriendo a cada metro que subimos. Y qué decir también que este ascenso tiene su dificultad. A veces hay que desechar los bastones para asirnos a las hierbas altas que nos saludan y esperan en nuestra progresión y, por otro lado, son bienvenidas y… necesarias.
A modo de opinión personal, puede decirse que ha sido una subida súper bonita, de la que hemos disfrutado de lo lindo a excepción de alguno de la expedición que no se esperaba esta vertiginosa orografía o recorrido por la misma.
Tras esta experiencia, aconsejamos que este trayecto descrito, se haga por el común de mendizales en el sentido ascendente, al igual que nosotros. Si la idea es hacerlo descendente, sólo los más experimentados podrían sin correr demasiados riesgos, no para el resto. Y por supuesto, en ambos casos, con tiempo propicio y suelo seco; más si el recorrido se hace bajando.
Ya arriba del cresterío, que dibuja un paisaje cárstico con tonos verdes, entre el gris de las menudas rocas con forma de aguja que compiten y ganan al escaso verdor de hierbas y matorrales, damos inicio al ataque a la primera cima de las tres que nos han traído hasta aquí.
Dejando descansando al compañero, un tanto desfallecido tras la vertiginosa subida, el resto ponemos la mirada a la izquierda por donde llegamos al Pico Laya (394 msnm) que lo representa una pequeña vagoneta minera, a manera de buzón, un mucho deteriorada, que hace honor a que el lugar ha sido profanado por la mano del hombre en su afán de sacarle las entrañas a la montaña por codiciar el mineral que la misma alberga.
Para asustar a más de uno en el sendero que lleva a las otras dos cimas y a los Ojos del Diablo, viniendo desde Liendo
Las vistas, ¡qué decir! ¿Espectaculares? Sí, pero No. Lo siguiente. Vistas que se repetirán en las otras dos cimas con ángulos y poblaciones en lontananza, distintos. Y casi, con la permanente y omnipresente presencia del mar cantábrico, el bravo mar que hoy estaba en calma, con algún diminuto velero surcándolo cerca de la costa.
En la cima del collado o portillo, la señal nos indica la senda a seguir para acercarse a la cima de Solpico, previo paso antes por la del monte Candina, que nosotros ignoraremos, bajando al otro lado del collado
Después de conseguido el primer objetivo, descendemos y nos encaminamos por sendero bien delimitado y señalizado con flechas y marcas rojas que nos conducirá al único lugar y razón por la que muchos aprendices de andar por el monte se justifican para hacer alguna incursión por la montaña. En el caso de hoy, es… son… los Ojos del Diablo.
Y no hay más que ver la marabunta de gente –¡parecía la cima del Everest!– que se dirigía a visitarlo.
Inicio del descenso del collado para, más abajo, girar a la dcha. y subir a los Ojos del Diablo que se adivinan en el margen de la foto
Como se ve el cansancio todavía no ha hecho mella y menos el sufrimiento
En nuestro recorrido veíamos gente que venía de la zona del municipio de Liendo, en concreto del km 161 de la carretera N-634 que suele ser el punto de salida de uno de los itinerarios más habituales para el ascenso. Otra gente lo hace a la contra, desde la playa del pueblo de Sonabia. En ambos itinerarios, con la intención de sacarle los ojos al Diablo o… ver a través de los mismos.
Nosotros, proseguimos con un andar rápido, pues las cabezas de tiro de la expedición no nos dan respiro ni tregua alguna, aun así, somos el vagón de cola. ¡Es lo que hay!
Al llegar al collado que se hace un hueco entre las paredes rocosas, una señal nos marca el itinerario para alcanzar las otras dos cimas: Candina y Solpico.
Nosotros de ideas fijas, pasamos de dicha señal y bajamos el collado para, después de una subidita, acercarnos a los Ojos… y desde allí ya contactaremos para dirigirnos a dichas cimas.
Comienzan a verse los primeros "ascensionistas" con intención de maravillarse de la vista que ofrecen los Ojos del Diablo
Esto se ve al otro lado de uno de los Ojos del Diablo: playa, pueblo de Sonabia, el lomo de la ballena y el inmenso mar Cantábrico, el bravo mar de los nabarros
El relieve geológico que la naturaleza ha transformado, convirtiéndolo en los Ojos del Diablo, te deja sin palabras. Es más, las palabras sobran, casi no son necesarias ya que la o las vistas son espectaculares. A través de esos endiablados ojos, contemplamos fascinados el horizonte abismal que nos deleita en toda su extensión con la imponente silueta de la, conocida por muchos, Ballena, aunque orográficamente es el cabo Cebollero.
Dentro del propio Ojo el ser humano representa la fragilidad frente a la grandeza de la naturaleza aun maltratándola
Los Ojos del Diablo vistos a la contra o hacia el interior
Sin descansar de admirar y contemplar tal maravilla de la naturaleza y tras el frugal refrigerio del hamaiketako, descendemos del inconmensurable paraje. Luego dicen que el demonio tiene cosas malas y es malvado. Con sus ojos hemos podido contemplar la belleza de la naturaleza que algunos, parapetados en ideologías de índole religioso, dicen que la ha creado algún omnipresente que está en todas partes.
Escalando la ladera para conectar con la senda que nos lleve a la cima de Candina, la mirada atrás deja empequeñecidos los Ojos del Diablo
Ahora sí, vamos directos a la cima de la peña o monte Candina. Y decimos directos, sin vueltas ni rodeos que nos distraigan, ni subida al collado. Así, bajando de los Ojos del Diablo, enfilamos, perpendicular y verticalmente, el ascenso a la cima sin necesidad de desandar ni dirigirnos a la señal que marcaba el recorrido a seguir. No obstante, para el que no quiera complicarse el recorrido, sí es aconsejable que lo comience desde donde las señales marcan el inicio del mismo.
Dicho recorrido por el sencillo sendero lo seguiremos, después de subir por la ladera que da frente al espectáculo de los Ojos …
Desde el mismo Candina de 489 m y a sus pies, el recogido valle de Liendo y, de soslayo, la playa de Laredo
Accediendo y llegando a la senda a mitad de su recorrido inicial, proseguimos por la misma hasta, al de poco rato, llegar a la cumbre de Candina (489 msnm), en un momento que azota bastante fuertemente el viento. Desde la misma, observamos el otro lado de la montaña que en relieve descendente llega a los pies, donde distintos pueblecitos en el valle se agolpan unos a otros, conformando el conocido o renombrado, Liendo. Municipio colindante, a oriente y occidente, con Castro Urdiales y Laredo, respectivamente, que está compuesto por distintos barrios. Aquí, los pueblos o pequeñas aldeas sin municipio propio, son denominados “barrios”, de uso común en el territorio de Bizkaia donde sirven de ejemplos los municipios de Carranza, Zalla, Güeñes, Orozko, entre otros.
Caminando por la desdibujada senda y siguiendo los puntos rojos de señalización de la misma, hacia la cima siguiente de Solpico
... que nos recibe con la silueta de este simpático perrito
Desde aquí, sin descender, seguimos por la senda que por el cresterío montañoso nos irá acercando a la otra cumbre, ésta situada más cerca del mar, Solpico (486 msnm).
Así, desde la misma, contemplamos el mar –el ancho mar– y la localidad de Laredo a cierta lejanía y aguantamos el fuerte viento que sigue azotando en estas alturas y estará presente en los primeros compases del descenso de esta cima a la playa de Sonabia.
Iniciado el descenso de Solpico a Sonabia, contemplamos la Ballena, el pueblo de Sonabia y frente a este, el pueblo de Islares, que según los expertos en la fotografía, los mejores atardeceres para retratarla se consiguen desde este último pueblo
Vista más cercana de la Ballena varada, con la aleta caudal de nexo de unión a la tierra firme
Descenso que se prolonga en el tiempo y discurre en dirección al mar, al que, al de un buen rato de continuar descendiendo, tendremos frente a nosotros.
A mitad de la bajada, nos encontramos con más cantidad de gente –¡ni que fuera el Everest!– que, esta vez, desde la playa nombrada del pueblo de Sonabia, acceden para subir a ver el relieve y la morfología espectacular de los Ojos del Diablo y las vistas, también espectaculares, que presentan los mismos.
El descenso desde Solpico a la playa de Sonabia es largo en distancia y tiempo
Ahora, en el tramo final, caminamos por la senda que contornea la ladera montañosa hacia el interior, hacia la playa
Nosotros proseguimos nuestro descenso, lo que lleva su tiempo, aunque la vista nos diga lo contrario, hasta llegar a una semi cima desnuda, desde la cual se prosigue el descenso, ahora menos vertiginoso, que se adentra hacia el interior, alejándose de la costa marítima, sobrevolando la ladera que se desparrama hacia a la playa.
La senda que corta esta ladera, la vamos siguiendo hasta llegar a la misma playa del pueblo de Sonabia. Senda que en los doscientos últimos metros está impregnada de la arena misma de la playa que, por efecto del viento, se ha aposentado y adueñado de la misma.
Desde la amplia extensión herbosa en el camino que nos acerca a la ballena varada, los Ojos del Diablo se dejan ver, un tanto diminutos, en lo alto de la montaña
Alcanzada la misma, la atravesamos por su parte más interior y, por camino estrecho que sube, nos dirigimos a la isla de la ballena o a la isla que parece una ballena varada.
Vamos ahora pegados al mar y comienza, después de andar un tramo por campo abierto, afelpado de verde hierba, un andar entre enormes bloques de piedra y roca que el mar ha ido erosionando en lo que es la cola de la ballena o istmo que une la isla –casi península– con la tierra firme. Podría decirse que es “isla” con la marea alta y “península” con la marea baja.
Salto de roca a roca para llegar a la chepa de la ballena. La foto señala la aleta caudal de la misma que, con marea baja, enlaza con tierra firme, en el momento de estar subiendo (o bajando) la marea, por lo cual, el salto es necesario si se quiere alcanzar el cuerpo central o dorso de la misma
Uno de nosotros está a falta de fuerzas o un poco diezmadas, casi sin reservas, otro montañero se ha quedado atrás, desistiendo de continuar, y los dos más frescos o con más reservas, dan el salto de roca a roca con el telón de fondo de las aguas bravas de nuestro mar cantábrico y continúan su andar para alcanzar y ponerse sobre la chepa de la ballena, extensión o campa desnuda de arbolado, a 300 metros aproximados del salto sobre las aguas bravas.
La ermita o pequeña iglesia de Nuestra Señora del Refugio de Sonabia encalada de blanco y azul, al estilo de las iglesias griegas asomadas al Mediterráneo, que le da cierto aire o parecido a las mismas
Volvemos todos. El pueblo lo tenemos ahí mismo y… otra proeza u otros montes que han sentido nuestro pisar y pasear y, en definitiva, nuestra querencia a los mismos.
Como remate final a esta entrada, añadimos los siguientes enlaces que dan cuenta de los lugares del entorno como de la historia minera de estos montes elgiroscopo.es/el-pueblo-de-orinon-y-su-ballena; guriezonews.blogspot.com/2018/06/mina-tueros-en-el-monte-candina.
Al igual que este zatitxo de video del salto desde la "ballena" a tierra firme, que fue de ida y vuelta, con la marea subiendo o bajando. Para los de vértigo es aconsejable mejor esperar a que la marea baje para evitar el salto vertiginoso https://youtu.be/WrIooCb71ZQ.
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