Buzón en la cima de Pititurria y la pomelada, bandera y símbolo nacional de todx los nabarroxs en la sierra Brava de Badaia con la panorámica de fondo, del Valle de Koartango
Una perimetral por la Sierra Brava de Badaia
Siguiendo los parámetros con los que hemos acometido explorar los montes cercanos a nuestro municipio de confinamiento, en esta ocasión (28/11/2020) exploramos con nuestros pasos el y los montes de la Sierra Brava de Badaia que mínimamente ya se tocó en la expedición montañera de la que da cuenta y refleja la anterior entrada a esta que ahora comenzamos a dar forma.
A fuer de ser sinceros ¡amable y querido amante de la montaña!, no era nuestra intención hacer una semblanza de esta nueva expedición, sino tan sólo añadirla como un apéndice en notas, acompañando a la del domingo, 22 de noviembre pasado, pero finalmente hemos decidido darle titularidad como una entrada propia e independiente. Eso sí, esperemos no alargarnos con el texto y tampoco con las fotos que acompañan al mismo y a la entrada.
Desde el borde Oeste de la sierra Brava de Badaia, el icono de Marinda, en forma de pirámide cónica y volcánica, despunta sobre el valle de Koartango. A nuestros pies, el pueblo de Tortura, cuyo edificio de cubierta gris no es ninguna edificación de tipo hidraúlica como la cercanía de la cascada pudiera insinuar, sino es la mismísima iglesia con una portada de bella factura. Para joribiar la estampa, la cicatriz de la AP-68 o Vasco-Aragonesa que atraviesa el valle
Lo que hemos hecho es una circular, más o menos en círculo, pero la hemos llamado perimetral, nombre más adecuado y consonante con estos tiempos de pandemia que nos está tocando padecer a causa del virus conocido como coronavirus SARS-CoV-2 que produce la enfermedad denominada COVID-19. Así pues, aunque sea repetitivo, estamos inmersos en una crisis sanitaria de impredecibles consecuencias futuras, creada por el virus del coronavirus SARS-CoV-2 y la consecuencia o enfermedad que causa: COVID-19.
A las 09:00, la quedada fue esta vez en el pueblo de Aperregi (con el acento tónico esdrújulo), junto al magnífico caserío chalé que retuvimos en la imagen de la entrada anterior a esta. Precisamente en el lado perimetral que da a la carretera del pueblo, hay unos pocos aparcamientos que ayudan a dejar los coches.
Pikatxo, primera cima alcanzada en nuestro andar por la dicha sierra Brava de Badaia. De fondo, Marinda y detrás, las sierras de Arkamo y Gibillo de izda. a dcha., respectivamente
Desde aquí, que comienza el recorrido de subida a la sierra, se va todo directo por el camino o pista generosa en anchura que nos asoma y nos deja en la misma. Ya en la sierra se gira a la izquierda para alcanzar la cima de Ganalto que, nosotros ahora, no haremos, para coronarla al final de esta circular que ahora comienza.
Siguen las vistas desde la cornisa de la sierra Brava de Badaia. A nuestros pies de dcha. a izda. los pueblos de Etxabarri, Urbina Eza y Zuhatzu y el monte Marinda de nuevo, aunque ahora con su figura menos sinuosa
Así pues, finalizado el trayecto de subida, nos dirigimos hacia la derecha, para contornear toda la sierra de Badaia, disfrutando de los precipicios y abismos por los que la misma se desvanece hacia el fondo del valle de Koartango, salpicado de pueblos y pequeñas aldeas a cual más pintorescas al igual que el de Zuia, pero en número mayor.
Buitres leonados observando, desde su atalaya, su privilegiado territorio
En todo este disfrute por la cornisa y abismo de la sierra, nos guía, como faro alumbrador, el icono, en forma de cono volcánico, del inconfundible monte y pico de Marinda, pico que emerge entre las sierras de Badaia y Gibillo, que, en sus aledaños, cobija la gruta y ermita de la Trinidad y, por descontado, las cimas que más a lo lejos se dejan otear y ver a vista de pájaro como el buitre, algunos de cuyos ejemplares suelen anidar y merodean por esta parte oeste de la sierra badaiarra.
Otra panorámica del valle de Koartango con su capital, Zuhatzu (Zuazo), a nuestros pies y el monte Marinda, ahora más lejano que en las anteriores instantáneas
Así que nos encontramos sobre el amplio barranco en que se asienta el valle koartangarra (o cuartangués), florecido de asentados pueblos a cual más pequeño.
Precisamente, a los pies de la sierra, en este tramo que llevamos recorriendo hasta llegar a nuestra primera cima, se asientan los pueblos de Katadi(an)o, Tortura, Etxabarri, Urbina Eza, Zuhatzu (Zuazo), que es la capital del municipio de Koartango.
Todos ellos y muchos más en el extenso barranco, como se ha dicho, que conforman la sierra Brava de Badaia, del lado que estamos recorriendo y las sierras de Gibillo y Arkamu, del otro, donde van confluyendo para casi juntarse hacia el sur en el desfiladero de Subijana, en el punto que se conoce como Portillo de Tetxa. Extenso y ancho barranco donde florecen pueblos y campos de labranza y pasto del valle recóndito y desconocido –todavía– de Koartango.
Cima de Oteros rodeada de gigantes propulsores de viento y los tres mosqueteros que más adelante se quedarían en dos
Buzón añejo de la cima y placa homenaje para Maider a la que, desde este blog, le mandamos también un recuerdo y un saludo
Es pues, siguiendo el borde perimetral en sentido norte-sur de la sierra, que alcanzamos nuestro primer monte Pikatxo (865 m) –10:55 h–. Aquí es el lugar en que nos encontramos con un grupo de senderistas y para de contar en el resto de nuestro recorrido.
El siguiente, siguiendo la línea que marca la sierra Brava de Badaia por su lado O-SO que estamos perimetrando, es el Pititurri (1013 m) –12:00 h–, ahora ya muy cerca de los gigantes molinos o aerogeneradores de viento que colmatan la parte S-SO de la sierra, conformando el reducido (para lo que desgraciadamente es costumbre usual en otras sierras) Parque Eólico. Si miramos hacia el interior de la sierra, cerca de aquí, se puede ver la Casa de Juntas ASKEGI, centro de reuniones de la mancomunidad de montes de la sierra Brava de Badaia u, oficialmente, "Comunidad de la sierra Brava de Badaya", para el gobierno y aprovechamiento de sus pastos y arbolado.
Antes de alcanzar esta cima, hemos sido testigos, no tan sólo del volar o dejarse suspendidos en el aire de un nutrido número de buitres, sino que también la satisfacción de contemplarlos en tierra sobre un saliente de la sierra.
Elorritxu es la siguiente cima. Atrás ha quedado Oteros, ambas cimas entre aerogeneradores que cortan el viento con sus enormes hélices voladoras
Abandonamos ahora la línea perimetral para ir adentrándonos ahora en la llanura pedregosa del sur de la sierra de Badaia, poco apta para el ganado y, entre molinos de viento o aerogeneradores de electricidad eólica, nos acercamos a la cima de Oteros (1042 m) –12:45 h– que ésta, sí está incluida en el catálogo de cimas de la federación vasconavarra de montaña.
Desde la misma, parece verse relativamente cercano el monte Elorritxu (1010 m) –13:10 h–, así que allá que nos encaminamos. Este al igual que el anterior, aunque no catalogado, se encuentra entre aerogeneradores al viento. Esta cima ha sido la que más al sur está de las que hemos hollado en este día, por lo que ahora toca volver, a modo de circular y, para ello, lo hacemos más o menos por el centro o parte interior de la sierra badaiarra o badayense, en dirección N.
Cima de Lorritxo y buzón que lo define junto al vértice geodésico, que también está acompañada de estos enormes monstruos generadores de electricidad
Todavía lo hacemos en la compañía de los aerogeneradores que los encontramos también en la otra cima, más bien puntos marcados como tales, la denominada Lorritxo (1027 m) –13:25 h– que creemos es una deformación del nombre de la anterior, sin la letra inicial “e”.
Como inciso decir que estas tres cimas citadas y, hoy, holladas –Oteros, Elorritxu y Lorritxo– están cerca, entre y junto a los pies de los aerogeneradores del Parque Eólico construido en el sur de la sierra de Badaia.
A partir de aquí, si seguimos en ligero modo ascendente por el interior de la sierra, nuestros pies nos llevarían a la cima de Ganalto, al norte del todo de la misma sierra Brava de Badaia, pero como dijimos al principio, eso será al final de la excursión de hoy.
Abandonamos hacia el Este la cima o punto señalizador anterior, en un plano descendente, pero de escaso desnivel, alejándonos definitivamente de los gigantes de viento, hacia donde la gráfica nos indica que se sitúa el monte Bizkar que, como su nombre en euskara delata, hace referencia a la espalda o costado del monte, en este caso de la planicie alta de la sierra.
Bizkar, ahora más realzado y prominente para los posibles olvidadizos de su cima
Esta cima fue la más peliaguda para encontrarla. Además, desde los aerogeneradores en línea recta se interponía un perímetro de bosque cerrado que no hacía aconsejable atravesarlo con lo que se hizo necesario el rodearlo. Y, por otro lado, la aplicación del móvil hacía difícil su localización que, finalmente, tras seguir las incidencias del localizador, con algunas idas y venidas, pudimos dar con la cima de Bizkar (880 m) –14:25 h– a la que le dimos un poco de personalidad, ensalzando las cuatro piedras que hacían de hito con otras más y alguna rama caída de los alrededores que la hagan más visible.
Puesto para avistar y cazar palomas, en la zona de Pozo de Flaquiturri, en la misma sierra
Para la dcha. iba e íbamos, pero no. Era para la izda., así que a desandar, que no estamos para perdernos por las horas que son y menos con el torillo mirón. Al lado está el Pozo de Flaquiturri
De todas maneras, para posibles aventureros con intenciones de llegar a esta cima dicho propósito se puede desvanecer si falta olfato y, sobre todo, la aplicación que le pueda acercar, pues está escondida, engañando la percepción que arroja a la vista desde el hito de Lorritxo, desde el cual comenzamos el descenso a Bizkar.
Piedras casi sepulcrales, levantadas, no hace mucho, por el hombre moderno para señalar el y los caminos que cruzan y atraviesan la sierra Brava de Badaia. Había bastantes por los caminos adecentados y espolvoreados de piedras menudas
Adecentado y señalado un poco mejor esta cima de Bizkar, retrotraemos o retrocedemos –que más da– unos metros y cogemos el camino pedregoso que, al principio, bajando y, luego, subiendo, nos llevará hacia el Norte, hacia la cima del monte Ganalto.
Poco antes de alcanzar esta cima, para no alejarnos de la misma, abandonamos el camino cuidado con piedra menuda y, campo a través, alcanzamos la cima de Ganalto (898 m) –16:10 h–y su esbelta cruz, centinela y luz espiritual, respectivamente, la una como la otra, del pueblo de Aperregi, situado a sus pies. (No lo olvidemos: Aperregi con acentuación tónica esdrújula, según las normas gramaticales de la lengua del euskara o lingua navarrorum).
Ganalto, la cruz y, en esta ocasión, la pomelada, la bandera nacional de todxs los nabarroxs que habitamos el antiguo Reyno, hoy desmembrado y conquistado, en son reivindicativo
La hora de contemplar esta bella cruz y su no menos hermoso caserío de metal que tiene funciones de buzón montañero, es las 16:10, después de 26 kilómetros que luego, bajando de la sierra a Aperregi, se convierten en 28 kilómetros aproximados. O, lo que es lo mismo, de 9:15 a 16:15, hemos recorrido y peinado una extensa área de la línea perimetral de la sierra Brava de Badaia.
Otra vista de la emblemática cima, hermana pequeña de Gorbeia en su ostentación de una cruz en su cima
El tiempo fue fresco y algo frío al principio pero que la tímida salida del sol atemperó un poco el ambiente, posteriormente frío pues las nubes querían nublarlo para, finalmente, dominar el sol la mañana y la tarde hasta ocultarse con el ocaso.
La temperatura osciló entre 15/16º que según las y los hombres y mujeres del tiempo era relativamente alta para estas fechas, a las puertas del invierno.
Mapa orientativo de las cimas holladas en el día de hoy con la pandemia tocándonos los talones. Ganalto se sale del mismo por arriba, en la vertical del monte Bizkar
Ni que decir tiene que hoy sábado, con muy poca gente nos encontramos en nuestro recorrido y en Ganalto que sí era lo previsible a nadie, excepto un ciclista de montaña que allí subió, aunque también es verdad que nuestra llegada al Ganalto y su cruz fue a las 16:10 h.
Para finalizar, las letras y las palabras que se nutren de ellas, se han desbocado, prodigando que esta entrada sea algo más extensa en su literatura, aunque no el reportaje fotográfico, menor que la entrada que le precede en el blog. Al menos hemos cumplido con lo segundo, para no afear o, mejor, desdecir totalmente, lo dicho en el párrafo segundo de la misma.
Pero nos resistimos a terminar aquí sin antes no añadir que tras nuestro andar y deambular por la sierra brava e indómita de Badaia, la misma ha quedado menos brava e indómita, pero sin perderle el respeto pues a la naturaleza difícilmente se la puede domesticar. Y cuando creemos que lo hemos conseguido, ella misma se encarga de (de)volverte a la realidad con su respuesta en forma de calamidades que impactan y sufre irremediablemente la humanidad.
Si no hay comprensión y respeto mutuo, especialmente de parte de los humanos, jamás habrá paz, porque sí, la naturaleza por naturaleza es paciente, aguanta y perdona la soberbia humana, pero con unos límites. Y cuando esos límites se sobrepasan, la naturaleza es infalible e implacable y, sobre todo, inmisericorde con la humanidad, responsable de su hartazgo y nos clama ¡hasta aquí hemos llegado!
Cerramos, finalmente, esta entrada badaiarra y que sirvan estas últimas reflexiones de epílogo y razonamiento de lo que a la naturaleza le pedimos y, nosotros, no damos.
Bien que se comentó que el monte piramidal de Marinda, por despuntar y sobresalir dentro del valle, da juego para que desde su cúspide planee y ondee la bandera del carbunclo, la pomelada, representativa de nuestro país independiente y ahora conquistado: Nabarra.
Su resplandor iluminaría todo el valle de Koartango y parte de la Navarra Marítima u Occidental, con tanta o mayor legitimidad que pueda atribuirse a la bandera de los conquistadores en la plaza Colón de Madrid-España.
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