miércoles, 20 de julio de 2022

Garmo Negro y otros dos que no le van a la zaga

 

 

 

Garmo Negro (3065 m). Nuestro primer 3000. Detrás Picos del Infierno 


Garmo Negro y otros dos que no le van a la zaga

El fin de semana, este de primeros de julio, se presentaba agradecido para las intenciones, buenas intenciones, que traíamos entre manos.

El tiempo se anunciaba esplendoroso, demasiado diríamos por el calor un tanto sofocante que padecimos y las cimas a encumbrar no se quedaban atrás. Es más, eran el motivo de esta escapada de este fin de semana que se inició el jueves, 7 de julio de 2022, San Fermín, llegando al final de la tarde al pueblo de Sallent de Gállego, cuartel general donde se pernoctará tres noches. Es decir, en el área más conocida por Panticosa que se extiende más allá del pueblo que le da su nombre.

Recién llegados a nuestro cuartel general en Sallent de Gállego para pernoctar la primera noche. 

 

 

 

 Hotel-Apartamentos "El Reyno" de amplias habitaciones y comodidad extrema. Aconsejable

 

Encuadrado todo ello en el Valle de Tena, valle pirenaico de Huesca situado en la comarca del Alto Gállego, por donde discurre, de norte a sur, el curso alto del río Gállego. La capital y población principal del Valle es el mencionado Sallent de Gállego (1325 m). A sus espaldas, como guardaespaldas que protege las espaldas, se yergue la montaña y cima de la peña Foratata de 2321 metros situada en la cabecera del mencionado valle. Peña que forma una imponente y bonita estampa frente al embalse de Lanuza en dirección a Formigal.

 

 

Sallent de Gállego con su protectora y representativa montaña, la peña Foratata



A punto de entrar para cenar en nuestro primer día en Sallent

Casa Jaimico. Buen lugar, buena mesa, buen servicio y agradable amabilidad

 

El viernes, día 8 era el día grande, prácticamente la razón de venir este finde a esta zona del Pirineo oscense. El reto: superar “un 3000” y para ello qué mejor que ascender a Garmo Negro (3065 m) para lo que nos trasladamos en coche a Baños de Panticosa (1636 m), donde el balneario, para dar comienzo al ascenso que lo iniciamos por la senda que, al principio, pasa junto a una pequeña edificación que oculta una fuente de aguas termales.

Probando la fuente de agua caliente, al poco de iniciar la marcha hacia la cima de Garmo Negro

 

Parada fotográfica para la instantánea

 

Costó lo suyo. El calor hacia su agosto, aunque fuera julio, y que el ascenso se inició también un poco tardío sobre las 10:00 de la mañana, pero el propósito y meta propuesta fue conseguido: 1.500 m de desnivel + no es poca cosa y menos que se haga habitualmente.

Un momento del ascenso continuo y caluroso hacia nuestro 3000


 Alegría y satisfacción de la proeza lograda y... con tanto esfuerzo

 

Ascendiendo lentamente o, mejor dicho, con paso pausado, pero relajados y satisfechos en la cima. Cima que mira o da la espalda a los Picos del Infierno (son tres) y a los ibones de Pondiellos que se mecen a sus pies, con la cima del Balaitús, a la izquierda de Picos.

 

Ídem o parecida foto a la anterior del grupo conseguidor de cumbres

 

También nuestra enseña nacional se hizo presente en la cima de Garmo Negro. Por reivindicar que no quede

 

El premio material, pues el espiritual se consiguió hollando la cima de Garmo Negro, esperaba a la noche con una deleitosa, provechosa y no acostumbrada cena de autor, con platos específicos, no aptos para cualquier paladar y menos para cualquier bolsillo. Es lo que tiene cuando “pruebas” algo a lo que estás desacostumbrado o, dicho de otra manera, no acostumbrado.

 

Los ibones de Pondiellos, espejos de Picos del Infierno con su famosa marmolera

 

Tras llegar a la cima de Garmo Negro unos breves estiramientos nunca vienen mal. Abajo se contempla Baños de Panticosa

 

Dicha cena, homenaje a la épica de alcanzar “un tres mil”, tuvo su epicentro en la localidad de Formigal (1632 m) (nombre que etimológicamente deriva de “hormiga”) en el restaurante Vidocq cuyo nombre viene del título de una película francesa de ciencia ficción que al propietario del mismo le gustó; es la primera película que está grabada solamente en digital. Este 2022 el restaurante ha sido distinguido con “1 sol” por la Guía Repsol.

 

 

 Una muestra delicatesen del restaurante Vidocq en Formigal

La cena se componía de 9 platos, denominados Actos. Así, por poner dos ejemplos, el Acto 1 o plato primero consistía en: Croqueta ahumada de leche de oveja Val de Cinca. Corte de steak tartar de longaniza de Graus asada. Acto 9: Queso de Radiquero. Miel de Cielos de Ascara. Teja de almendras. Sauco de Sallent. El precio total 56€. Bebidas aparte.

Formigal es de nacimiento reciente pues se remonta a 1.964 con la urbanización del paraje que ocupa, creando pistas de esquí y distintos negocios como hoteles o restaurantes y luego también viviendas, convirtiéndose en una urbanización-pueblo a la que, incluso, se trasladó la iglesia románica del desaparecido pueblo de Basarán, situado en el sobrepuerto de Biescas.

 

Al poco de iniciar el camino que nos llevará al pico Baciás

Se resume en una sola palabra: ¡Impresionante!

Una foto para enmarcar.

 

 

 

Metros más adelante la foto del grupo con el decorado de fondo de las cimas de Argualas, Garmo Negro y Picos del Infierno desde la subida de camino al Baciás.Todavía no habíamos hecho más que empezar. Mucho queda todavía

 

Al día siguiente, sábados 9 de julio, la cima que nos aguardaba era la del pico Baciás (2758 m) que hace de divisoria entre los valles de Panticosa y Ara. No llega a 3000 metros, pero a duras penas se corona tras transitar por el tramo final entre canchales de piedra y roca mediana que hacen desaparecer el sendero a seguir, aunque los cairns o hitos allí estaban de guías y centinelas, aunque, a veces, se confundían con el paisaje pedregoso del mismo.

Descansando frente al embalse del primer ibón de Brazato

Iniciando el camino tras el refrigerio anterior para encarar los desniveles que pronto se presentarán

La subida de esta travesía comenzó también en Baños de Panticosa, pero por el lado contrario a la subida del día anterior, es decir, acometimos la salida por el camino que, pasando junto a las ruinas del antiguo balneario de Panticosa, tras salvar bastantes escalones, y en un incesante discurrir por un sendero zigzagueante (al modo gráfico de unas “z”) al estilo de los puertos de carretera –curva viene, curva va–, nos lleva al ibón de Brazato (2432 m), un tanto artificial, pues ha sido represado, incrementando su volumen, y convertido ahora en embalse. El recorrido hasta aquí y parte del siguiente, hasta antes de acometer la subida directa a la cima propuesta, forma parte del sendero GR11, señalado con las marcas blancas y rojas, que se corresponde con la baliza de la transpirenaica.

 

 

 En la cima del pico Baciás (2760 m)

 

 

 

Estas botas en el segundo día de marcha sucumbieron. Por si alguien no se cree que la montaña no es dura que se lo pregunten a las mismas que no resistieron y hubo que sujetar la suela con vendaje y cuerda para poder terminar a duras penas la salida del día de hoy al pico Baciás

 

Siguiendo por su orilla izquierda, bordeamos parte del embalse y, al poco, comenzamos ascendiendo para sobrevolar los ibones Altos de Brazato (2450 m) y ver en la lejana cercanía la cima de la meta de hoy que, como queda dicho en el párrafo anterior, se convierte en tarea un tanto azarosa por la inestabilidad del suelo convertido en pedregal de bloques de piedras de mediano tamaño que se extiende en un mar de roca que obliga a poner todos los sentidos en coordinación para salvar y superar el recorrido tanto de subida como descenso del Baciás.

 

Relajamiento merecido, después de la jornada del segundo día de marcha montañera. Instantes antes de cenar en el restaurante Casa Marton de Sallent de Gállego

 

 

El domingo 10, el turno para hollar le tocó al Montaña del Verde (2295 m). Para ello se dio comienzo desde Panticosa donde a los esquiadores, en temporada de invierno, les esperan las pistas de esquís y demás instalaciones (telesillas, telecabinas, etc.) para ocio y disfrute de los amantes del manto blanco.

Pasando el río por el puente, junto al espacioso aparcamiento de coches y tomando dos rampas de cemento damos comienzo el recorrido de hoy que, por cierto, su primer tramo transcurre agradablemente bajo arbolado sombrío y camino de tierra casi mullida, pero –lo que son las cosas– a uno las piernas o, peor, el cuerpo le decía que este día hay que planteárselo. Así, mientras seguíamos por dicho agradable lugar cobijados del calor que ya se anunciaba y más, sobre todo, al proseguir por senderos indefensos ante el calor sofocante que comenzaba a despuntar, empezamos a hacer cábalas de si subiríamos a la cima del día de hoy.

La solución llegó cuando alcanzamos el ibón de Sabocos (1905 m), lámina de agua remansada entre agrestes montañas, a los pies de la Montaña del Verde que se veía arriba.

 


Ibón de Sabucos. Tras la venida de las vacas, le toca el turno al ganado equino y al que asoma por la loma dispuesto al galope

 

Sabia solución o decisión. Para que subir y luego bajar al mismo ibón donde haríamos la acampada para disfrutar del ágape. Además, alguien tenía que quedarse a cuidar y vigilar que la botella de vino se refrigere en el riachuelo que nace o se iniciaba en uno de los extremos del ibón. En realidad, uno ya venía un poco limitado y agotado por el calor que tocó lidiar estos días. Por cierto, las paredes que se alzan sobre el ibón, son zonas de anidación del quebrantahuesos, el rey del cielo aragonés.

Tomada la solución, el resto de montañeros, o sea, todas y todos, suben a la cima y nosotros esperamos en la orilla del ibón custodiando el preciado y apreciado líquido de rojo intenso.

Y... –esto no lo sabe el resto de la expedición– nos dimos un chapuzón en el líquido dulce del ibón y hasta nos liberamos de ropajes superfluos para tomar el sol a pierna suelta a escasos metros de la orilla.

 

 

En la cima de Montaña del Verde (2295 m), todxs los que subieron. Al fonodo ibón de Sabucos y remontes de las pistas de esquis

 

 

Pero el gozo en un pozo. Debía ser la hora de apaciguar las vacas su sed por lo que nos fueron arrojando fuera del perímetro del ibón. Ahí que andábamos con nuestras ropas, botas, mochila y bastones a cuestas para que las señoras vacas y algún que otro señor toro refresquen sus gargantas y pezuñas.

Lo peor estaba por llegar o lo mejor, según se mire. Desde una de las lomas que se alzan sobre el ibón comienzan a bajar, y no pausadamente como se acercaron las vacas a saciar su sed, las yeguas y algún caballo dictador de la manada.

Al galope descendieron al ibón, desalojando a las vacas que tuvieron que dejarles su sitio. Pero ¿y nosotros? Vuelta a coger todos los bártulos, alejándonos más de la orilla hasta el punto de subir a un pequeño promontorio resguardado por grandes rocas donde creíamos que allí, por fin, estaríamos seguros y no seríamos molestados.

¡Ah! Mientras todo esto sucedía, pensando estábamos: ¿habrán pasado sobre la botella y adiós al ágape que se prometía interesante? pues, bien cerca circularon tanto las vacas como la yeguada. Hubo suerte. Estaba custodiada por algunas piedras que dentro del agua la protegieron.

 

 

Todas y todos -los que subieron y los que no- disfrutando de las vistas del ibón de Sabucos y su entorno y del ágape con el vino victorioso, salvado de las pezuñas de los cuadrúpedos, habitantes del lugar

 

La expedición descendió de la cima hollada y comimos en la compañía del vino victorioso, superviviente del ataque de patas y pezuñas para volver sobre nuestros pasos hasta el punto de inicio de la salida de hoy. Había la posibilidad de avanzar unos cientos de metros subiendo desde el ibón para alcanzar los remontes que hasta allí llegan, subiendo a una de las telecabinas y ahorrarnos el descenso a Panticosa con un calor tórrido que hacía estragos.

Apenas llegados al coche y sin tiempo a iniciar el cambio de indumentaria, suena el móvil. Es Rubén del Mendiko Lagunak mendi Taldea para conversar de la próxima salida de dicho club de montaña de Amurrio en el fin de semana del puente de Santiago que uno tenía pensado participar. Consiste en hacer distintas etapas de travesía entre varios refugios, teniendo el Balaitús de referencia, llevando la casa a cuestas.

Visto que estábamos un tanto cansados de la travesía de estos días y que Santiago –el finde de dicha festividad– estaba al llegar, declinamos disfrutar de la interesante travesía y dejamos la ocasión pasar, tal vez, para otro momento.

La propia convicción y los buenos consejos, razonamientos y argumentos que Rubén nos supo exponer, solventaron la disyuntiva que se cernía para el puente de la festividad de Santiago.

¡A veces es bueno detenerse y decir hasta aquí hemos llegado!

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