martes, 2 de mayo de 2023

Mendizar, Mozoloaundi y Mendilatz

 

Mendizar, Mozoloaundi y Mendilatz

Es escogido el día de hoy (17/04/2023) para desplazarnos al Valle de Aezkoa en la Alta Navarra o Nafarroa Garaia. En concreto, a los alrededores del pueblo de Orbaitzeta para hollar, por este orden, los montes Mendizar, Mozoloaundi y Mendilatz, aunque luego se trastocó dicho orden de subida en parte por confusión o por no haber traído bien aprendido el punto de ascensión a los mismos.

Ya en las cercanías de dicho pueblo, nos dirigimos a una de las entradas a la Selva de Irati, acercándonos a Arrazola (léase Arrázola, que es lo correcto y suena mejor), entorno que está siendo habilitado para el esparcimiento de excursionistas ocasionales o domingueros con habilitación de amplios espacios de aparcamientos. Este día las hayas de considerable longitud que están siendo taladas, bordeaban las dos orillas de la carretera o más bien del camino cementado que hasta aquí llega y prosigue y se adentra varios más kilómetros después.

Por lo que proseguimos adelante por la carretera de pista y tras recorrer algunos kilómetros con el coche empezaron a asaltar las dudas que, si por aquí se iba a la Fábrica de Orbaitzeta según el recorrido planteado, pero para acceder a este lugar se llega antes por la ctra. general que habíamos abandonado al inicio.

 

Cima de Mendilatz (1349 m)

 

La idea era subir los dos primeros montes citados los primeros, por la dificultad y cansancio que pudieran entrañar, y dejar el Mendilatz, de subida suave y descansada, para el final.

Desbaratamos el orden y tras volver a la ctra. general nos acercamos al barrio orbaiztarra de Fábrica de Orbaitzeta donde resiste una antigua fábrica de armas en ruinas.

Lo cruzamos ladeando la iglesia de bella estampa y también abandonada que recibe visualmente a los visitantes y nos adentramos, ahora por pista cementada, algunos kilómetros para parar y estacionar en el paraje Azpegi donde se halla la estación megalítica del mismo nombre con numerosos vestigios prehistóricos como los cromlechs de varios milenios.

Estábamos frente a la señalética de un cromlech y al frente, al norte, teníamos el plano rocoso del Faro de Urkulu y a su frente, en el lado sur, aunque en distancia más lejos, la cima de Mendilatz (1349 m) que, finalmente, fue la que hicimos en primer término. Fue la más sencilla y agradecida en desgaste físico y sudoroso para nuestro cuerpo.

 

 

 

 

 

 

 

La fotografía lo dice todo. Sobran palabras o, más bien faltan las mismas para describir este paraje, cuyo centro es la cueva de Arpea

 

 

 

 

En la antesala de la cueva Arpea y bordeando la misma está el mugarri nº 218 que divide nuestro País entre los estados español y francés


Estando en este paraje, y siguiendo en coche algunos kilómetros más adelante, nos acercamos a ver una maravilla de la naturaleza que vista en la distancia no deja ninguna duda. Es la cueva Arpea que se encuentra en los entornos fronterizos de los estados español y francés. Junto a ella se encuentra uno de los mugarris o mojones de un cierto tamaño que indica la línea de separación o límite de ambos estados.

 

 

Otra instantánea de Arpea que siguiendo el sendero nos conduce a la cueva, en el límite de los estados español y francés

 

Volvemos a Fábrica de Orbaitzeta con parada y visita turístico-cultural de lo que fue una fábrica de armas cuyas ruinas se quieren poner en valor. Tal es así que ha sido declarado Bien Cultural, aunque tardíamente, concretamente, en 2017. Nos referimos a la “Real Fábrica de Armas y Municiones de Orbaiceta”.

Para mí fue mi segunda visita después de la llevada en 2016, en agosto, donde hicimos una escapada de unos días y subimos a los montes Lindus y Menditxuri con pernoctaciones en los pueblos de Orreaga y Auritz.

 

 

 

 

 

 

 

Las ruinas de la Fábrica de Armas y Municiones de Orbaitzeta son testimonio de un pasado de esplendor 

 

En este lugar, su iglesia, que tiene un parecido a las iglesias coloniales españolas de América, lo que nos dio a pensar que fuera obra de algún indiano del lugar que emigró e hizo fortuna, se ha convertido en guarda de aperos y gallinero.

 

 

 

 

 

Junto a la fábrica se construyeron también viviendas, una escuela y esta sencilla pero esbelta iglesia para cubrir la necesidades que reclama el alma humana

 

Fue erigida a la vez que la fábrica de municiones, que aprovechaba una antigua ferrería asentada junto al cauce del río Legartza, para asistir religiosamente a los obreros, así como las viviendas para los mismos y la escuela. Todo iba en el lote. Todo era un completo sin dejar ningún cabo suelto, resolviendo la relación como una especie de servidumbre.

Debido a los incendios provocados para inutilizar e impedir la fabricación de armas en tiempos de la Guerra de la Convención (finales del s. XVIII) por los franceses y, posteriormente (s. XIX), por los carlistas y algún otro incendio fortuito, dio al traste con el vecindario del lugar que lo abandonó, quedando hoy tan sólo un par de casas habitadas.

La iglesia, que duró poco tiempo en lo relativo a cumplir con el cometido de sus funciones religiosas, fue ofrecida al obispado de Pamplona que declinó adquirirla y ahora es propiedad de un lugareño del lugar que nos dice que le ha dicho al nieto que la venda.

A nosotros, el señor aposentado frente a su vivienda, cerca del estacionamiento del coche, nos entró con la oferta de que si queríamos comprarla.

Al igual que en la portada del libro encontramos a este amable señor que nos deleitó con su conversación y nos dedicó el libro de su vida

 

 En Recuerdo de Mikel Zabalza, asesinado por las fuerzas del orden del estado español, sin que ningún responsable haya sido juzgado y, menos, condenado

Dicho señor es protagonista de un libro que narra a través de sus vivencias, los modos, trabajos y oficios no tan lejanos en el mundo rural que están muriendo o desapareciendo. Bernardo Antxorena es su nombre y su libro adquirimos, pues se lo merece y el libro queda de testigo de un modo de vida casi en extinción.

Contiguo a su casa se encuentra la de la familia de Mikel Zabalza, joven del pueblo que fue salvajemente torturado y asesinado, aunque la versión de las fuerzas de ocupación españolas en Navarra, en este caso el cuerpo militar de la guardia civil, notificó que murió por ahogamiento en el río Bidasoa por no haberse deshecho de las esposas que inmovilizaban sus manos en la espalda. Ahora en su recuerdo hay erigido un pequeño monumento con unos versos entrelazándose con las letras de su nombre.

Terminada la parada y visita cultural y de historia, volvemos a la realidad montañera y volvemos o retrocedemos al lugar que fue nuestra primera visita de este día y que no supimos culminar. Lugar que es uno de los accesos o puerta de acceso a la selva de Irati y cuyo recorrido total por la pista cementada nos dirige al embalse de Irabia.

Así pues, volvemos por nuestros pasos. Ahora, con las ideas un poco claras, tras pasar nuevamente por Arrazola y andar unos minutos más subidos en el coche nos detenemos y aparcamos junto a una fuente, en un alto del camino de cemento, conocido el paraje como Orion. Hasta aquí, y siguiendo más adelante por camino descendente, habíamos realizado nuestra travesía automovilística anteriormente que no sirvió para con el propósito que traíamos en mente.

Esta vez, este era y es el punto de salida o inicio para atacar los montes con más dificultad de este lunes de abril. Los teníamos enfrente, cara a nosotros, pero que en la visita tempranera de la mañana no supimos situar.

 

Cima de Mendizar (1319 m) en un entorno pelado, tan sólo cubierto con hierba incipiente

 

El primero es Mendizar (1319 m) de prolongada subida y todo él (ladera y cima) desprovisto de todo tipo de vegetación arbórea. Hacia la mitad de su ladera discurre y atraviesa el GR-12.

Conseguida la cima teníamos frente a la misma el monte Mozoloaundi (1243 m), éste sí aparecía cubierto de vegetación arbórea especialmente haya.

La visita al mismo, tras el descenso de la ladera del anterior monte, se hizo por camino ancho y prácticamente cubierto de la hojarasca de hojas de haya caída que formaba un manto alfombrado. Tocamos la cima que está representada por un cairn y, tras las fotos de rigor, volvemos al lugar de la fuente y del coche aparcado.

La vuelta fue más aparatosa pero entretenida y visualmente enriquecedora. Bajamos entre hayedos, cruzamos errekatxos o regatos, de nuevo otro hayedo que atravesamos por su ladera sur, sorteamos vallados alámbricos, etc., para, finalmente, por un camino un tanto abandonado nos damos de bruces con el coche.

  Puente medieval sobre el río Irati, a las afueras del pueblo de Aribe, del que parte el sendero que en un 1 km nos acerca al puente colgante sobre dicho río y al antiguo balneario y la casa de servidumbre.

El escritor Ernest Hemingway se recorrió este lugar y los alrededores del curso del río Irati, pescando y disfrutando de la soledad que el mismo le inspiraba

 

Rehechos del esfuerzo y con nueva vestimenta, nos acercamos al pueblo de Aribe en nuestra vuelta a V-G y Amurrio.

Pequeña visita al mismo que, con 30 vecinos censados, tiene ayuntamiento propio. El único bar era el del pequeño Carrefour donde se calmó la sed y se hizo la compra de algún queso del valle y se degustó de unas gildas compuestas de aceitunas de varios quilates de tamaño en cuyo interior afloraba la guindilla “piperra de Ibarra” queriendo evitar ser devorada por la descomunal aceituna.

Surgió la idea que yo ya tenía pergeñada por haberlo leído y oído en la radio y visto en la televisión vasca de acercarnos a contemplar el balcón que, a modo de tabla de piedra, sobresale y cuelga sobre el vacío del cordal montañoso. Se conoce como Zamariain Nikozelea y está en el pueblo cercano de Garaioa. Y como Garaioa dista tan sólo 2 km de Aribe a allí que nos vamos.

Así en la carretera que atraviesa el pueblo, como en la mitad del mismo, se abren dos accesos o vías que nos acercan al maravilloso lugar. El primero señalado con señalética desgastada y descolorida es para realizarlo a pie, pues el camino no es apropiado para circular los coches.

 

Desde el pueblo de Garaioa, andando o en coche, llegaremos a esta señal informativa para, tras andar 1,3 km, estar encima del mirador donde el disfrute de las vistas y el vértigo producen sana adicción


Veinte metros más delante de la misma carretera, está el otro acceso por el que, a través de un camino cementado de 2 km, se puede llegar en coche, aunque después nos quedarán 1,3 km que deberemos -“sí o sí”- hacerlos a pie.

Nosotros que ya íbamos de retirada y era atardecer de la tarde y los cuerpos ya habían tenido su dosis de esfuerzo, optamos por esta última opción que nos encamina en el coche, primero, para luego el último kilómetro andando.

 

 

 

Zamariain-Nikozelea      Si no lo vemos es difícil de creer, pero a la vista está que el lugar y el acercarse al mismo merece hacerse y visitarse, sí o sí

 

El lugar nos deja sin palabras y boquiabiertos. Maravilloso, “ikaragarria”, como decimos en este país, es poco para describir el lugar y las fotografías que el mismo te anima a hacerte aún con un cierto miedo.

A no pasar mucho tiempo este lugar será un reclamo turístico para propios y extraños. Tiempo al tiempo. Posiblemente este próximo verano veremos colas y atascos de coches con personas y familias que no quieren perderse la visita al mismo, haciéndose fotos y selfies para presumir entre sus amistades.

 

Como suele decirse la procesión va por dentro, aunque, en este caso, también se refleja algo por fuera

 

Nosotros ya lo hemos hecho y volvemos para V-G y, luego, para Amurrio el MdB, que nos quedan 2 horas de sufrimiento o zozobra por carretera local, general y autovía para llegar a nuestro destino de vuelta.

Como información adicional, se puede añadir que, para acercarse y adentrarse en la selva de Irati o a su entorno cercano, las dos vías principales, utilizando los medios de locomoción, son los pueblos de Orbaitzeta, al Oeste de la inmensa mancha arbórea, y Otsagabia, al Este. Son estos lugares los dos puntos de referencia que nos acercan a las puertas del Bosque o Selva de Irati. Inmensa mancha verde de 20.000 ha en la que no se distinguen las fronteras, según rezan los paneles informativos del lugar. Conteniendo el bosque de Irati el segundo hayedo-abetal más grande de Europa.

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